Jugar golf con amigos es mucho más que solo salir al campo; es toda una experiencia. Desde que planeamos la ronda, empieza la emoción: elegir los equipos, revisar el clima y, por supuesto, decidir qué ponerse, porque el golf también es estilo. Llegamos temprano, practicamos unos golpes en el putting green y empezamos a bromear antes del primer tiro.

Pero lo mejor está en el recorrido: la combinación perfecta entre competencia y diversión. Esos golpes bien logrados que celebramos, los errores que nos hacen reír, y las conversaciones entre hoyos que van desde anécdotas hasta negocios. El golf crea conexiones únicas. Y cuando terminamos la ronda, nos sentamos a disfrutar unas cervezas o una buena comida con vista al campo, cerrando el día de la mejor manera.

Más que un deporte, el golf es el pretexto perfecto para desconectarse, disfrutar del aire libre y crear momentos que se quedan para siempre.